lunes, 29 de diciembre de 2008



Oie chico, como me gusta tu cara, tu pelo, como quiero tus besos mariposa, esos abrazos en mitad de calle, las llamadas furtivas de cien pesos, una que otra conversación volada, recostarme en tu hombro, tus ojos pequeños...y todo tu ser.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Aurora

[Esta cosa es medio larga, es el comienzo de una historia, a ver que sucede con esta querida personaje que inventé en momentos de imagenería como esas que solemos hacer con el Alvaro]

Algo simple como mirarme las manos, examinar mis flacuchos dedos, estas uñas cortas y mal cuidadas, mis lineas de vida desordenadas como esos cuadros extraños de roberto matta. Ver que la palma de mi mano grande y mis dedos largos me hacen ver de una determinadas forma. Probar formas de expresarme con ellas, siendo un simple instrumento de mi mente insípida… determina este instante de ocio mal cuidado, de esos momentos en blanco donde tu mente malgasta recursos en cosas tan triviales como la conformación de una parte de tu cuerpo. Estoy demasiado aburrida como para seguir resolviendo estúpidas ecuaciones abstractas.

Mi profe de lógica a ratos hablaba de la geometría como una forma de ordenar el mundo. Un forma complicada pero exacta, que nos lleva a las bases de lo que son hoy en día un edificio o el puente de san francisco.

En estos mismos momentos observo los pilares antiguos de mi pensión. Siempre me han llamado la atención las contradicciones, los opuestos, los equilibrios, lo complementario. Por ejemplo ahora me llama la atención la mezcla de casa antigua con decoración semi moderna: televisor pantalla plana, equipo de música con parlantes gigantes de no se cuanto, muebles pre armados, lámparas con estilo moderno, de esas típicas que venden en el Easy. Y todo sobre este piso de madera viejo y encerado que cruje en las noches hasta porque una hormiga circula sobre él. A decir verdad nunca me han animado mucho las casonas antiguas, prefiero lo nuevo a las viejas tradiciones, lo que tiene más vida a estas paredes altas y oscuras que aumentan la claustrofobia al sentirse dentro de una caja oscura de enormes proporciones.

Lo único antiguo que me ha fascinado de esta pensión-casona es un espejo que había en mi dormitorio con marco tallado en madera con esas formas raras que suelen tener. Un espejo de pie que resulta bastante útil paa nosotras las féminas. Y a pesar de que no me atrae mucho estar mirándome a cada instante en el espejo es como transportador observarse en aquella reliquia de medio siglo; da la sensación de estar en otra época. Suena contradictorio, nunca me ha gustado lo convencional, pero creo que dentro de toda mujer habita un pequeño mundo de fantasías tipo princesa Disney que soñó alguna vez vivir en un palacio con pajaritos cantando a tu alrededor y tener esos tocadores con asiento donde tu mamá te cepilla el cabello tiernamente cada noche. Hasta ahí mi lado princesesco aparece, pues al imaginarme después al amanecer la entrada de una niñera diciendome que tengo clases de piano, ajustándome un askeroso corset, y diciéndome que no hable mientras como simplemente me apesta.

Aunque cotidianamente no suelo tener esos modales tan arcaicos no me agrada la idea de que alguien esté diciéndome que es lo que tengo que hacer, Seguramente por eso decidí entrar a la Universidad. No quiero que ningún hombe me diga lo que debo hacer por el hecho de que me mantenga. Ahí diferí bastante de mi entorno. La mayoría de mis acomodadas y poco pulcras compañeras de colegio solían habalr siempre de que estudiarían solo por cumplir a sus padres o por tener la oportunidad de circular en un medio donde chicos con dinero y futuros jefes de nuestro país estudiaban. En el fondo, la universidad sería una escusa para engatuzar a un tipo, casarse con él y quedar como reinas de cuento de hadas por el resto de sus vidas. Y para eso se preparaban, de hecho como las madres habían hecho lo mismo las entrenaban desde chicas a ser damas, con personalidad (“a un ingeniero o abogado no se le puede conquistar siendo muda y no teniendo opinión”, decía la Isi, una tipa que se las daba ade líder ahí en la secundaria), y por sobre todo: regias. Recuerdo que en mi clase había una chica con la que fui amiga durante bastante tiempo, aunque diferíamos en muchas cosas, que contaba que su mamá desde pequeña la mandó a hacer gimnasia artística, para modelar su figura y hacerla elástica, delicada y fina; así podía atraer mejor a los hombres. Y le resultaba bastante bién.

Llama la atención esta tendencia entre las chicas de este status socieconómico. Asumo que vengo de ahí, ero no es algo que me enorgullezca. Además solo vengo a medias, mi padre es un médico cuyos padres trabajaban en la feria y a pura beca logró sacar su famoso título. Hoy es socio de una clínica semi conocida. Se trata de los típicos casos al estilo Teletón que se ven de vez en cuando. Y él para mí es un orgullo en lo académico- profesional. Como padre no sé tanto, la verdad es que lo veo muy poco. Precisamente el decidió casarse con una mujer de estrato medio alto que conoció en los típicos congresos de medicina, ella estudiaba para obstetricia y se movía como las típicas chicas antes mencionadas. Un día mi papá me contó como fue la historia. Fue un día después de una pelea enorme que tuvieron, y yo me escapé por la ventana porque mi mamá no me había dado permiso para salir. Yo pensé que él se había ido a no sé donde, pero casualmente me lo encuentro afuera medio dormitando en el auto. Creo que la situación me conmovió bastante. Así que entré al auto, el se asustó y me preguntó:

-Aura que estás haciendo aquí.

-Emmm. Te ví desde la casa y quice venir a acompañarte- mentira en realidad me estaba fugando a casa de una amiga a una fiesta. Él se conmovió un poco, creo que la pelea lo sensibilizó- y yo le ofrecí ir a dar una vuelta.

Esa noche pasaron cosas ultra chistosas, me enteré que el sabía que yo fumaba y que él también lo hacía, solo que lo cultaba para qu mamá no lo supiera, porque le desagradaban los malos olores, entre ellos el tabaco. Terminamos yendo a un pub re piola donde conversamos cosas de la vida. Yo tenía en ese entonces diecisiete años, estaba cerca de terminar el colegio y creo que por primera vez conversamos como dos adultos.

Entre otras cosas, ahí me contó cómo conoció a mi mamá. Decía que en ese tiempo se veía una mujer ultra sencilla, linda, muy linda, pero sencilla. Además tomaba apuntes de las charlas y en un intento de acercarse a ella la escuchó habalndo de temas de medicina como cualquier experto en el tema. Eso le fascinó de ella. Y claro está, mi mamá es una mujer muy inteligente, demasiado para mi gusto, sobre todo en lo que respecta a asuntos personales, familiares y de control sobre mí y mi papá. Terminaron hablando, se dieron el número ( en ese tiempo no existía el Messenger o el facebook) y a las semanas empezaron a salir. Y ahí surgió todo. A papá le faltaban dos años para terminar la carrera y cuando se tituló se casaron.

Con el tiempo, el se fue dando cuenta de que mi mamá cabía en el prototipo de mujer que anteriormente mencioné: buscaba un marido con status para estar tranquila el resto de su vida. El punto es que mamá no era sumisa, todo lo contrario su afán competidor la llevaban a estudiar y ser destacada, y donde se posaba ponía su mandato. Aunqu conmigo no le resulta y esa diferencia se debe a que yo no estoy enamorada de ella, por eso no le aguanto. En cambio papá vive y muere por complacerla. Y en ese momento que conversábamos en el pub me dí cuenta que ya estaba al cerdo con todo eso, que por muy bonita, inteligente y buena amante que fuera ( porque hasta eso me contó) a ratos ya no soportaba la situación. Y asumía que a ella le gusta sacarle dinero, exigirle viajes, ropa, gimnasio, etc. “Yo sabía que era así. Ya sabía a lo que venía”

Pero con el tiempo me fui dando cuenta de que el el fondo papá siente que dee conformarse. El siempre quiso una mujer linda a su lado, complaciente, que pueda lucirla en sus reuniones de médicos conocidos y en revistas sociales; aunque eso implique pagar el precio de soportr sus caprichos.

Interesante esto del poder de la imagen femenina y cómo los hombres la ven o incluso la utilizan. Sé que puedo sonar una estúpida feminista, pero en el fondo de mis más elaborados pensamientos no lo soy. Tan solo es un tema que me ha tocado observar en la realidad que me tocó vivir, de la cual nunca logré aprender muchos principios. De hecho, creo que desde ese día que tuve esa conversación con papá decidí que yo no sería esa clase mujer( aunque lo asimilé de mucho antes, ese día lo decidí tajantemente), pues por un lado, no pretendo ser la figurita de nadie y, por otro, no quiero hacerle la vida a cuadritos a ningún hombre.