Confieso que tiendo a arreglámelas sola, a decir "Bien y tu?", a minimizar lo que me sucede, a no pedir ayuda y a asumir que no hay hombros diponibles en el mercado.
No me verás llorar fácilmente. Los abrazos de consuelo los permito extraordinariamente solo de un selecto par de personas.
Y por sobre todo, decir esto me es muy difícil.